La hermana de la novia nos revela algunos «trapos sucios» de la infancia.
La hermana habla
Querida hermana
Hace ya unos cuantos años que nos conocemos y hoy es ese día en el que comienza una nueva etapa de tu vida que deja atrás la época de la niñez, cuando compartíamos habitación y vida.
Recuerdo bien cuando jugábamos con las muñecas y tú siempre acababas llorando por alguna trastada mía, sobre todo cuando, jugando a peluqueras, dejaba a tus muñecas trasquiladas, o cuando llenábamos la cocina de muñecos para jugar a maestras y alumnos durante horas y horas, y mamá protestaba. A veces hacías de chico y yo de mamá, y nuestros hijos eran los muñecos. Los domingos siempre desayunábamos chocolate con algo de forma no identificada que mamá se empeñaba en llamar buñuelos y que estaban riquísimos. Seguramente son cosas que hacen todos los niños, pero forman parte de nosotras y seguirán ahí como un tesoro de recuerdos que me acompañarán siempre, aunque aquellas niñas que fuimos ya no estén ahora. Después no sé cómo nos hicimos mayores. En la adolescencia también compartimos muchas penas y alegrías. Los primeros desengaños amorosos, las fiestas… y sus consecuencias. Confiábamos la una en la otra y nos lo contábamos todo. Nos dimos consuelo mutuo cuando algo no salía bien, y nos reímos mucho juntas, también a veces nos peleamos, pero siempre acabábamos haciendo las paces.
Hoy puedo decir que me siento afortunada y pienso que tuvimos mucha suerte de ser hermanas, de tener los padres que tenemos y ahora, con este paso que das, de tener un nuevo hermano. El pasado es siempre una semilla para el presente y en el nuestro siempre hubo amor y alegría, por eso, hermana, deseo y espero que también en el futuro sea la alegría y el amor lo que guíe vuestro camino y que todos nosotros podamos ver vuestra felicidad, porque será también la nuestra.
Os deseo a los dos mucha suerte y felicidad en este nuevo camino que emprendeis juntos.