Hoy os traigo un discurso de niña en boda de lesbianas. Se trata de un cuento que te puede servir para la ocasión si acudes a una boda de dos mujeres. El texto lo saqué de este vídeo, vídeo que podeis ver bajo estas lineas.
Puedes también visitar la sección LGTB que te servirá de ayuda a la hora de preparar un texto para cualquier boda; al fin y al cabo la diferencia es mínima, pues estamos hablando de personas que se quieren y que por ello se casan.
Hola a todos, os voy a leer un cuento. Se titula, la princesa Ana. Había una vez una princesa que era muy feliz. Su padre, el rey, y su madre, la reina, la querían mucho.
A la princesa la educaron pensando en que un día llegaría a ser reina. Le decían cosas como:
«El día en que llegues a ser reina tendrás que respetar a tu pueblo. Unos serán más pobres, otros más ricos. Unos serán más inteligentes, otros no tanto. Unos serán rubios, otros morenos. Por que en realidad todos somos diferentes. ¿Verdad que tú y yo no somos iguales? Pero nada de eso significa que nadie sea mejor que otro. Todos podemos ser grandes personas.»
A la princesa le gustaban mucho los animales. En el estanque del jardín había un montón de peces, y una rana con la que le gustaba estar y contarle cosas.
Ana fue creciendo, y un día le dijo su padre:
«Tenemos que empezar a buscarte un príncipe, como es tradición para casarte con el.»
A Ana esas palabras le hacían sentir triste. La ranita le decía que se animase, que el príncipe que se casara con ella la querría mucho. Pero Ana le dijo:
«Mira, ranita, yo no me quiero casar con ningún príncipe. Y si tuviera que casarme con alguien me casaría contigo.»
La ranita se quedo muy sorprendida y le dijo:
«Podrías darme un beso a ver que pasa»
Al darle el beso la rana se convirtió en una hermosa joven. Ana sintió una gran alegría.
«No sufras más Ana, yo cuidaré de tí. Nos casaremos y viviremos juntos.»
Cuando su padre el Rey se enteró, le dijo:
«Ana no puedes casarte con una joven. Tienes que pasarte con un príncipe, como dice la tradición.»
Pero el Rey, al ver la cara de felicidad de su hija y tras haberla visto sufrir tanto tiempo cambió la tradición y permitió que a partir de ese momento todas las personas en el reino pudieran elegir libremente con quien querían casarse, y este fue el primer reino en el que reinaron dos reinas. Dos reinas que, como eran las personas más felices de este mundo, hicieron muy felices a todos los que les rodeaban.